«¡Si no lo veo no lo creo!»

28thEne. × ’15

Hace un tiempo coincidieron mis ansias de realidad con un pedido -cuasi clamor- de profesores para escuela secundaria no convencional (autogestionada por voluntarios). Y me dije: hagamos abuso de mi título aunque sea una vez. [Soy técnica química. Eso significa que puedo trabajar cómo química, no que estoy capacitada en pedagogía para enseñar a otrxs lo que yo sé: no soy profesora]
Me aceptaron, e inicié una de las experiencias más movilizadoras de mi vida (al menos de la parte que recuerdo).

Resulta que dábamos las clases de a dos profes por materia. Biología y medio ambiente era la que les parecía más afín a mi formación y además era una de las que nadie quería tomar :P
Mi compañera era algo así como mi Jekyll ya que era médica, llevaba un año en esta experiencia y estaba dotada de una extraterrestre paciencia que la hacía perseverar en medio de una clase formada por personas con graves deficits de atención.

Aclaración pertinente: todxs lxs alumnxs pertenecían a lo que por mis pagos llamamos villas -o en Brasil, favelas. Algo como asentamientos, lugares olvidados del sistema, sin cloacas, sin agua potable, con contaminación manifiesta, comida que no podría considerarse alimento, sin esperanzas más que las que emperradamente se autoinfringían a si mismos, algunos de ellos.
Es por esto que mis flamantes alumnas/os no tenían las características de un curso convencional, muchas y muchos venían con sus bebés en upa, ya que asistían de noche después de trabajar y no había con quien dejar a los niños… Algunas mujeres venían con problemas severos de violencia de parte de sus parejas, adolescentes, mujeres de 50 años que apenas sabían la regla de tres simple, de todo y todo mezclado en un aula de 2 por 2 metros con una ventanita, construida por ellos mismos y un grupo de voluntarios entre los que estaba mi compañera médica.

Menciónolo para aclarar que estaban ahí noche tras noche por la sóla motivación de cambiar sus vidas, no porque nadie los obligara, y a costa de dormirse muchas veces o pasar más tiempo mirando las notificaciones del móvil más luchando por entender algún concepto y perdiéndose en el medio por el cansancio, los mosquitos, la falta de costumbre en poner el foco en cuestiones «intelectuales», etc., etc.

Una de las barreras más difíciles que percibí en el primer encuentro era la imposibilidad de hablarles como a cualquier alumno de escuela secundaria: dar por sentado el bagaje de conocimientos que se suponía traían del ciclo anterior. Simplemente no poseían el vocabulario ni mucho menos los conceptos.
Hace décadas supe por varias amigas docentes que había órdenes para bajar las estadísticas de deserción escolar, de aprobar «a como diera lugar» a los niños en la escuela primaria. Tenían prohibido hacer que alguien repitiera de grado. Así todo el mundo tenía su certificado de primaria y el regalito le llegaba a los profesores de la secundaria que recibían gente que muchas veces no sabía ni leer o escribir bien, ni mucho menos otras capacitaciones más complejas.

Entonces volviendo a mi incursión en el extraño mundo de la docencia: la tenía a la doctora con su paciencia infinita, y su prolijidad ejemplar, habiendo buscado vídeos didácticos sobre la teoría de la evolución, sobre la formación de las primeras células, los primeros seres autónomos, los primeros mamíferos y pum! el Hombre.
El vídeo estaba pensado ciertamente por imbéciles.
Una cosa es Carl Sagan en varios capítulos de Cosmos de varias horas y otra muy distinta es un resumen berreta de menos de 30 minutos para chicos de -supuestos y estandarizados- 14 años.

Resultado: pasamos el vídeo 3 veces y seguían sin comprender la diferencia entre una mitocondria y el helio o el nitrógeno, entre las procariotas y los rayos ultravioletas, entre… (al infinito). Lo que más los intrigaba era cómo era eso de la célula y el citoplasma y el núcleo con su ADN, genes y la mar en coche (es que luego como carrera de los autos locos se pasaba a la división celular y directo ya al sistema digestivo, las hormonas y la chica de al lado que me gusta y tengo ganas de llevarla al medio del pasto para conocer eso llamado genitales! POR FAVOR COMO EVOLUCIONAMOS ASÍ DE RÁPIDO!).

«- Mira: están cansados, no podemos suponer conocimientos que no poseen ni insertarles como si fueran máquinas años de deficiencia escolar… – » decía yo con mucha convicción. Mi altruista doctora me miraba atenta «- Creo que lo mejor sería ser gráficas, darles algo que por analogía les hiciera comprender lo que estamos tratando de transmitir, pero que puedan VERLO. . .
Un huevo, por ejemplo.»

Esta chica me respetaba, pero en ese instante pienso que habrá ponderado seriamente el denunciarme por demente. Me apresuré antes de que corriera a comentarle al resto de los voluntarios que el puesto de profe volvía a quedar vacante:

«-Les traemos un huevo que es la célula más grande que existe, no?. Lo abrimos sobre un plato y ahí con todos mirando les explicamos: la yema es el núcleo, ahí dentro está el ADN o la información para que de la gallina que puso este huevo (si lo hubiéramos dejado entero y con ella cuidándolo) salga una mini gallina casi igual. También tenemos otras cosas dentro del núcleo […] y lo traslúcido que lo rodea, la clara, es el citoplasma: lo que protege a la yema y de donde también se nutre el futuro pollito. La cáscara que protegía todo ésto y que rompimos es la membrana. Es porosa. De hecho hay dos, …»
Ví que la doctora se sentaba de nuevo, como arrepintiéndose de denunciarme y fue cambiando a una expresión amable, aliviada, diría.

No pude seguir asistiendo a esa escuelita. Muchos meses después recibo un mail de ella diciéndome: «te recuerdo con mucho cariño, en el corto tiempo que estuviste …, cómo olvidar la actividad del huevo y la célula, fue todo un éxito.»

Las que padecemos de una tozudez intrínseca conocemos bien cuánto cuesta la incorporación de conocimientos. Es sólo eso: ponerse en el lugar del otro, reconociendo las propias dificultades, para entender que nadie nace sabiendo ni todos tenemos la misma inteligencia para las mismas cosas. Sin embargo, cuentan las ganas y desestructurar «un poquitito» la currícula ;)

 

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